Sucedió en una Iniciación
Reinaba un gran silencio en el Templo; era de noche de INICIACION y se acababa de dar la Luz, al profano. Los hermanos, tomaban asiento en
sus Columnas, y una voz fuerte y segura se deja ir, un hermano puesto de pie pide la palabra al Venerable Maestro quien aunque la estación
no era el caso, en vista de la tonalidad y el porte y presumiendo que se tratara de algún fortuito de indisposición nada ajena, en sesiones
largas, se la concede.
VENERABLE MAESTRO, dice el hermano puesto de pie, permitidme cubrir el Templo; pues no puedo resistir la presencia de este profano por más tiempo. Nos separa un hecho en la vida; que cuando ocurrió, prometí vengarlo, si era posible con la muerte; pero tuve la suerte de serenarme a tiempo y su ausencia, también me lo impidió. Pero, en esta oportunidad que lo veo llegar hasta el sagrado recinto, no puedo resistirme al deseo vehemente de alejarme inmediatamente de su
presencia.
Señor... señor... interrumpe el recién Iniciado, dirigiéndose al Venerable Maestro. soy yo quien debe de irse y le ruego me permita salir.
El Venerable Maestro con la serenidad propia de su conciencia clara, que nunca debe de abandonar al buen masón pregunta a su Hermano de Taller si es tan grave y tan hondo el asunto que le impulsa a abandonar el Templo.
Y éste responde... Seré breve Venerable Maestro hace años un hijo mío gravemente enfermo, fue asistido por un profesional, mi hijo murió...
a consecuencia de una mala prescripción de la medicinas que tomó.
Ese profesional. .. es el hombre que hoy se inicia y para no estorbar la Ceremonia prefiero abandonar el Templo.
Un silencio de muerte, una emoción contenida invadió a los presentes y este silencio fue roto por el recién Iniciado, quien con voz trémula y
dolorida explicó.
Señor en mis años de estudio tuve un compañero de aula, algo más que un amigo, casi un hermano; salimos prácticamente juntos y también nos
recibimos con fechas aproximadas.
Al poco tiempo se enfermó y acudí solícitamente a consolarlo y atenderlo, puse todo mi esfuerzo, mi cariño, mis energías a toda hora para aliviar su mal y acelerar su curación desgraciadamente todo fue adverso, el mal se hacia más grave cada vez y posiblemente por empeño puesto en prueba para restablecerlo, me hizo incurrir en un error; mi
querido amigo... mi hermano del alma, elevó su espíritu al cielo, donde Dios debe de haberle dado gloria; porque fue noble y generoso como pocos; inteligente y bueno... Yo señor, abrumado por el dolor, con el alma y el corazón acongojados hasta lo íntimo por la irreparable pérdida de éste tan caro y querido hermano, no tuve valor
para nada, vivía recluido en mi casa. Amedrentado y caído, a consecuencia de ello enfermé y no pude dedicarme a ninguna labor
profesional. y. viendo que mi vida era imposible en el consorcio de la gente y menos dedicarme a ejercer mi profesión, me fui al extranjero.
Allí he vivido algunos años los que no han tenido la capacidad de curar esta profunda lesión que dejó en mi existencia la muerte de aquel compañero... el hijo de este digno señor, a quien públicamente le pido me perdone. Mi culpa fue inocente... su padre quisiera mi vida; puede disponer de ella cuando guste, ahora mismo comprendo su dolor, pero el mío también ha sido horrible.
El Hermano del Taller Anonadado, fuera de sí, exclama:
Venerable Maestro mis fuerzas como hombre y como padre me abandonan, sólo me resta como Masón. Suplicaros que me permitáis ir a la Columna para perdonar al recién Iniciado, El Venerable Maestro así lo dispuso.
Una vez entre las Columnas, al lado del que se iniciaba, lo dijo: No pensé nunca mirarte la cara frente a frente, pero has tocado las fibras de mi corazón: más aquí en presencia del Gran Arquitecto del Universo, que es Dios, y de mis Hermanos Espirituales, te perdono de
todo corazón; comprendo lo que habrás sufrido, cosas del destino... irremediables. .. pero yo que tanto he llorado por mi idolatrado hijo,
en este momento te abrazo como si tú lo fueras y también te estrecho como mi Hermano de Logia.
El recién Iniciado dobló una rodilla en tierra y tomando la mano de su perdonador, lloró como lloran los hombres de limpio corazón y sana
conciencia; luego incorporado se abrazo con el que le ofrecía cariño paternal y fraterno, en medio de lágrimas ambos, y de sollozos.
Vuelta la serenidad, prosiguió la Ceremonia hasta el final.
Indescriptible sería narrar los momentos de intensa emoción, traslucida en lágrimas, que vivieron los Hermanos Pasaron si... pero
dejaron una huella imborrable de ejemplo y enseñanza, de que los sentimientos Masónicos pueden llegar a hacer vibrar las afecciones
humanas en forma tan noble y tan sublime, como en el caso que se ha narrado.
Apoerte de mi Q:. H:. César Ballivián